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martes, 31 de enero de 2012

Firma Invitada. Hoy: "Las Ninfas del Despilfarro"

Hoy en Firma Invitada: "Las Ninfas del Despilfarro" de Santos G. Monroy de su columna en El Digital CLM "Gravedad Cero"
Las fundaciones "públicas" castellano-manchegas. Esos misteriosos arcanos. Tan peligrosamente bellas como una hechicera. Inaccesibles como las ninfas de las aguas. Frágiles y enigmáticas, como el canto al despilfarro de una sirena.
¿Qué ha ocurrido ahora para que algunas de estas instituciones, que desarrollan una gran labor asistencial o educativa, agonicen entre estertores de hambre, abandonadas a la marea de los reproches partidistas y a una vergonzosa demagogia que sólo otorga a los más débiles el papel de víctimas colaterales?
La aberración de estos organismos, creados durante la era socialista, parte de su propio planteamiento jurídico: entidades de naturaleza privada, alérgicas a la transparencia, constituidas por patronos públicos del mismo signo político, y nutridas casi exclusivamente por los impuestos del ciudadano. Las mismas fundaciones cuyo destino se diluye, después, en un ensortijado delta de intereses privados sin apenas fiscalización.
Puertollano es buen ejemplo. Primero fue la polémica Fundación Virtus. Engendrada en la incubadora de la privacidad, y dedicada a la formación aeronáutica, el descontrol de sus principales patronos (las administraciones municipal y autonómica durante el mandato Barreda) propició un agujero financiero cuantificado en casi cuatro millones de euros. Y hasta la fecha no hay responsables.
La confusión sobre el estatus jurídico de Virtus es demencial. En un principio, el alcalde de Puertollano, Joaquín Hermoso Murillo, jugueteó con la vaporosa condición "privada" de la academia para eludir explicaciones. Al resguardo de este mudo discurso, Virtus ha sido objeto de graves negligencias e irregularidades que la han llevado al colapso, mientras trabajadores y alumnos languidecen en oscuros callejones. Los primeros, soportando un crónico impago de nóminas. Los segundos, sin posibilidad de obtener la licencia oficial de Aviación Civil que dé sentido a sus estudios.
Ahora, ni la Consejería de Educación dirigida por Marcial Marín, que al parecer ha tomado las riendas de Virtus en un contexto de vaguedad jurídica, ni el Ayuntamiento de Puertollano, responsable original del desaguisado, parecen capaces de garantizar la financiación y resolver el angustioso brete de unos jóvenes apisonados entre reproches políticos.
Algo parecido ocurre en la ciudad minera con la Fundación Fuente Agria, dedicada a la asistencia, formación e integración de personas con discapacidad psíquica. Emplea a 200 personas y atiende a 300 usuarios. Y adivinen: otra fundación "privada" impulsada por el Ayuntamiento de Puertollano y mantenida en un 70 por ciento por la Junta de Comunidades. 
Aunque las dificultades no son nuevas, y los rumores sobre la precariedad económica de este centro se sucedieron con insistencia en el pasado (incluido algún episodio de conflictividad laboral), es ahora cuando CCCO y el equipo de Gobierno municipal denuncian que Fuente Agria podría expirar en breve si la Junta no satisface el millón de euros adeudado y no renueva el convenio de financiación. 
¿Urge la actuación del Gobierno regional? Perentoriamente, al igual que en Virtus. Y quizá aún más, dada la vulnerabilidad de los afectados. Pero urge también acabar con la opacidad que rodea a estos organismos y, por tanto, con el discurso demagógico. 
Si bien no hay por qué dudar de la gestión de Fuente Agria, sí es llamativo que una institución que mueve anualmente unos 4,5 millones de euros ni siquiera esté sujeta a la vigilancia de la oposición municipal. La desfasada y superficial auditoría que anualmente realiza la Sindicatura de Cuentas no es suficiente. Y el ciudadano, que en definitiva es el más importante patrón de Fuente Agria, tiene derecho a conocer sus interrelaciones económicas, el destino del volumen de negocio generado por las actividades de los usuarios (en su momento, la fabricación de perchas o el tratamiento de plásticos), los contratos con proveedores, las subvenciones "verbales" contabilizadas en los balances, o la identidad de los acreedores.
Hay ocasiones en que no basta una ley de punto final. Al débil se le defiende remontando hasta las fuentes de su apuro, allá donde mora la ninfa del agua... Aunque sea en el corazón de las tinieblas

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